GUAYAQUIL 2 ENERO .- La comunidad del barrio Las Malvinas, en el sur de Guayaquil, se desbordó de dolor e indignación este miércoles durante el velorio y entierro de cuatro niños futbolistas asesinados tras ser secuestrados por militares. Josué e Ismael Arroyo, Saúl Arboleda y Steven Medina, de entre 11 y 15 años, desaparecieron el pasado 8 de diciembre mientras jugaban fútbol. Días después, sus cuerpos fueron encontrados calcinados en la zona de Taura, cerca de una base de la Fuerza Aérea Ecuatoriana.
El Ministerio de Defensa prometió una investigación transparente y el respeto al debido proceso. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos señalan al presidente Daniel Noboa como responsable indirecto, al considerar estos actos como parte de un patrón de abuso de autoridad.
El Legislativo incluso ha determinado tres días de luto institucional por los cuatro menores asesinados y exhortó al Gobierno y a la Justicia a ejercer “todo el peso de la ley en este caso”.
Un llamado a la justicia
La declaración de luto oficial no solo busca rendir homenaje a Josué, Ismael, Saúl y Steven, sino también visibilizar una crisis que ha conmocionado a la sociedad ecuatoriana. Los nombres de los cuatro niños se han convertido en un símbolo del clamor por justicia y la exigencia de un cambio profundo en las políticas de seguridad y derechos humanos.
Ecuador despide a estos pequeños futbolistas, cuyas vidas fueron cruelmente arrebatadas, con la esperanza de que este trágico caso marque un antes y un después en la lucha contra la violencia y los abusos de poder en el país.